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jueves, 29 de diciembre de 2016

Entrada X - Transformaciones.

Ayer fui con una buena amiga al centro de la ciudad a pasar la tarde. Cerca del ayuntamiento han montado un espectáculo donde ilusionistas hacían trucos, podías hacer rompecabezas, reflejarte en espejos que cambiaban tu físico, etcétera. Lo que más me llamó la atención fue un abeto hecho de cuerdas y papeles donde podías colgar un deseo, similar al tanabata japonés. Mi amiga y yo decidimos colgar un deseo, y mientras yo escribía el mío pensaba "Vaya gilipollez desear con toda tu alma, si nadie hace nada todo va a quedarse igual". Vi a  mi compañera sonreír mientras dibujaba en su papel, hice una broma y fuimos a colgar nuestros deseos. Una vez allí y con los deseos colgados empezamos a leer deseos de la gente: había un "#contigo", un "salud para mi rodilla",... 

La verdad es que esto fue gracioso, pero me entraron ganas de llorar cuando leía cosas como: "Que a todo el mundo le traigan lo que han pedido", "Quiero que mi mama salga del hospital", "Que todos los niños puedan celebrar la Navidad con familia",... 

Mi pregunta no es cómo pueden desear estas cosas, sino ¿Cómo no podemos desearlo todos? Aclaro: ¿cómo hemos cambiado tanto la mentalidad en comparación a nuestro yo pequeño? ¿Y en qué momento fue? 

De verdad es que me pongo tristemente triste por estas cosas. 

Esta entrada no ha sido una en la que quiera expresar algo en forma de narrativa, sino algo que quería contaros como persona. Opinad, por favor, ¿qué es lo que nos transforma? ¿qué hacemos mal? o... bien. 

Saludos y felices fiestas.

martes, 13 de diciembre de 2016

Entrada 11 - Mímí

Un día como otro cualquiera, Mímí iba dirección a la estación para coger el tren que le llevaría al trabajo. De camino se encontró a un señor estropeado y afeado tirado en un banco. A Mímí no le importa cómo vaya vestida le gente, sabe que realmente lo que importa está en el interior. Cuando el señor se levantó y se dirigió hacia Mímí, ésta no preguntó por su estado ni le ofreció ayuda. Simplemente sacó su smartphone e hizo como si le llamaran.

Mímí quería de corazón
Mímí quería de verdad
Pero por alguna razón
Mímí no tuvo piedad.

Ya una vez en el tren se encontró con un compañero de trabajo. ¡Su compañero no es muy agraciado, pero se lo quiere un montón! Se conocieron hace cinco años en la oficina, y desde entonces son buenos amigos, ¡suelen quedar incluso para ir al cine y cenar a solas! Mímí desea encontrar algún día a alguien como su compañero, y mientras él acaricia su mano y le mira a los ojos, ella piensa en lo que hará después de cenar.

Mímí quería de corazón
Mímí quería de verdad
Pero por alguna razón
Mímí no tuvo piedad.

Cansada, Mímí marchó de compras. De camino, un hombre le paró por la calle preguntándole si estaría dispuesta a colaborar con una ONG. Mímí aceptó y dejó su mail para que le llegase información. Acto seguido, se despidió de ese hombre que pasa gran parte de su día luchando por el tercer mundo. Justo después, Mímí entró a una tienda de la compañía Inditex.

Mímí quería de corazón
Mímí quería de verdad
Pero por alguna razón
Mímí no tuvo piedad.

Ya en la cama, Mímí recibió un vídeo de su mejor amiga que le incitaba a verlo justo al instante. Mímí abrió el archivo y no pudo evitar llorar ante la tortura que en esa perrera sucedía. Mímí se secó las lágrimas y contestó a su amiga con las peores palabras mal sonantes sobre los agresores de ese vídeo, y tras eso, Mímí, apagó la pantalla del móvil.

Mímí quería de corazón
Mímí quería de verdad
Pero por alguna razón
Mímí no tuvo piedad.

Mímí estaba realmente cansada, pero no podía dormir. Por eso, encendió el televisor únicamente para distraerse. En la pantalla salía un anuncio sobre la integración de los refugiados en su ciudad. Mímí no le dio la más mínima importancia hasta que un “Últimas noticias” mostraba el atentado que estaba ocurriendo en el país vecino. Mímí, nerviosa miraba con atención la televisión hasta que se quedó dormida bien entrada la madrugada.

Mímí quería de corazón
Mímí quería de verdad
Pero por alguna razón
Mímí no tuvo piedad.

Mímí se despertó exaltada. En su pesadilla despedían a su hermano de la fábrica dónde trabajaba y se iba a vivir con ella. Mímí estaba un poco acelerada, porque sabía que con el gobierno actual, esa situación era posible. Una vez calmada se dirigió al trabajo nuevamente, encontrándose de camino con una manifestación en contra de las medidas del gobierno. Enfadada, Mímí tuvo que andar hacia la siguiente estación para coger su ansiado tren.

Mímí quería de corazón
Mímí quería de verdad
Pero por alguna razón
Mímí no tuvo piedad.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Entrada 10 - Deseos.

A veces deseo creer en Dios. A muchos de vosotros os puede hacer gracia, pero lo pienso de verdad. Deseo creer que hay algo que nos ha creado, deseo creer que hay algo que decide mi destino, decide quién entra en mi vida y quién se va. 

Deseo creer en un Dios que deja morir a miles de personas cada día mientras otras se bañan en dinero, beben mujeres y mantienen relaciones con champán. 

Deseo creer en un Dios que mantiene en la cúpula a gente codiciosa que engaña a su pueblo y que hace que socialistas que han defendido los derechos de los suyos se queden semi-vegetales, haciendo sufrir a sus familias en vez de alzarlos hacia el paraíso donde tan bien descansan personas importantes.

Deseo que Dios me conteste a todas estas preguntas que tengo en mente y que acabarán matándome por dentro si no lo hago yo antes por fuera. Lo necesito, soy egoísta. Necesito que una fuerza omnipotente, omnipresente y omnisciente calme nuestras almas en este supuesto "mundo de sufrimiento" donde la igualdad de género es vapuleada como un sucio felpudo que contiene barro de esos agricultores que nadie escucha porque estamos demasiado ocupados pensando "qué cenaremos" mientras estamos almorzando. 

Deseo creer en Dios para no quedarme sin palabras al ver ángeles en este mundo, ángeles que aunque duerman en camas de otros, tengan el corazón entregado o hayan cambiado de peinado hagan sentirme tan diminuto con su belleza como esos versos que tanto me gustan. 

Deseo poder entender esos versos y entender a esos ángeles tanto como deseo poder creer en ti, en tu fuerza, en tu bondad.

Deseo arrodillarme y rezarte como aquellas tantas tardes cuando me arrodillaba para  ascender a otras personas al cielo con mi boca.

Deseo llegar al cielo y besar tu boca, oh, Dios mío; que sin ser mío ni un solo día te deseo más que a mi primer amor en esos tiempos o esos abrazos que mi abuelo me brindaba en su cama.

Permitidme, que ya puestos a desear, desee que vosotros creáis en Dios por mí porque yo no puedo. 

Creed en ese Dios que todo lo puede hacer cuando yo no pueda hacer nada. 

Creed en ese Dios que en todos lados está cuando yo no esté. 

Y si no podéis creer en Dios, deseadlo. Deseadlo como yo lo hago para no tiraros hasta las 3 de la noche en un bar, olvidando a los suyos. Deseadlo aunque no creáis que no exista, por favor. 

Así no seré el único acólito de esta religión.