Vistas de página en total

lunes, 15 de mayo de 2017

Entrada 18 - Escúchame

Advertencia:

A continuación te encontrarás con un relato de ficción un tanto duro, así que si sigues a partir de aquí es cosa tuya, ¿de acuerdo?

¡Recordad que podéis comentar cualquier cosa abajo!






-       Escúchame, tranquila. Tus hijos estarán bien. ¿No ves que eres lo más importante para mí? Si tu felicidad depende de ellos, yo no les haré daño, créeme. Ya sé que con esto entre las manos es difícil creerme, pero, ¿cómo sé yo que no me vas a abandonar, Estela? ¿Cómo sé que no me vas a volver a abandonar? No llores, Estela. Tranquila. Yo… te perdono, ¿vale? Como si no hubiera pasado nada. Hagamos como la última vez que nos vimos, ¿recuerdas? Pau y yo nos pusimos a jugar a la consola mientras tú y Amanda preparabais la cena. Éramos una gran familia… Somos una gran familia. ¿Sabes qué? Ahora cuando te duches, Pau, Amanda, tú y yo iremos a comprarnos un helado de esos que tanto nos gustan. ¿Aún siguen vendiendo nata con nueces en la heladería del centro? Recuerdo que era tu favorito. Y… ¡de alguna forma u otra acabó convirtiéndose en el mío también! Así que en cuanto te duches y Pau despierte, iremos ¿de acuerdo? Pasaremos a buscar a Amanda, que seguro que está cansada de la escuela, así que se lo recompensaremos con una gran bola de fresquito helado, ¿qué me dices? Todo esfuerzo requiere su recompensa, ¿no? Por eso estoy aquí. Después de lo que me hiciste, Estela… Después de que me pusieras a los vecinos en contra, a tu familia en contra, a mi familia en contra, a la policía, al juez, a los medios,… a todos; después de todo eso aquí estoy. Pero no llores, mujer. Conmigo estás mejor que con el padre de esos inútiles que tienes por hijos, ¿verdad que sí? ¿¡Verdad que yo te cuido más que ese hijo de puta!? … Perdóname, perdóname. Prometí no volverte a gritar. Aunque tú también prometiste estar conmigo hasta que la muerte nos separara, ¿no es cierto? Así que mira, empate. Estela, por favor… Después de lo que has pasado… Después de lo que hemos pasado… La gente nos miraba mal cuando nos dábamos la mano en el supermercado… Esa mirada. Dios mío, qué mirada. La misma mirada que la señorita Vázquez tenía cuando íbamos a recoger a Pau. Esa zorra malfollada tenía la misma mirada que tienes tú ahora mismo, Estela. Pero tranquila, porque eso va a cambiar, va. Bájate los pantalones. ¡Que te bajes los pantalones! Sí, así sí. Cómo me gusta tu cuerpo Estela. Cómo me puto gusta tu cuerpo. Ven, acércate un poco para que te susurre a la oreja. ¿Recuerdas lo que me encantaba que me besaras de arriba abajo todo mi cuerpo? Empezabas besándome la frente mientras me rodeabas con tus calientes manos, ibas bajando poco a poco hasta toparte con mis labios, los que mordías más que besabas mientras tus manos bajaban a mi cintura; llegabas al cuello, donde yo moría y tú me hacías resucitar metiendo tu mano por mi pantalón, Estela; tu lengua era mágica, cariño. Joder, y tan mágica. Lamías desde mi cuello hasta mis grandes pechos, Estela, y empezabas a lamer mis pezones mientras tus dedos me hacían sentir viva, Estela. ¿No lo echas de menos? Miénteme y dime que no echas de menos tantas noches mirándonos a los ojos mientras nuestras faldas bajaban y subían por el movimiento de nuestra mano. Miénteme y dime que no te gustaba ver esas cintas que grabábamos cuando yo no estaba aquí para darte amor, Estela. Dímelo. … ¿Ves? Solo sabes llorar, puta. En cambio yo ya lloré suficiente cuando me detuvo esa negra gorda de mierda… ¿y por qué? Por tu culpa, Estela. Si le hice ese a Pau es porque lo quiero. Es porque te quiero, Estela, ¿es que no lo entiendes? Pero se acabó, te lo juro. Te juro que le diré a Pau que se quede viendo la tele mientras yo esté con la plancha, ¿vale? No llores, va… Si no fue para tanto, Estela. Podría haber sido peor. ¡Podrá ser peor como no cierres la puta boca, zorra!… Así, así me gusta. Calladita, como Amanda esa noche. ¿No te excitas al recordarlo? Sé que te gusta, puta. Era tan chiquita… Y nosotras tan fogosas… Recuerdo como al principio decías que no, que estaba muy mal eso. ¿Y por qué nosotras podemos disfrutar de esto y ella no? Así que recuerdo que cogí tu mano mágica, cerré todos los dedos menos uno y te hice llegar al paraíso dentro de ese pequeño angelito. Creo que si me esfuerzo aun puedo olerlo… Y qué olor. Quizá si me hubieses recibido con los brazos abiertos, podríamos volver a olerlo, Estela. Quizá si no hubieses cogido el teléfono, no te hubiese roto la nariz, mi amor. Así que cuando llegue la policía, le dirás que todo ha sido un malentendido, ¿a que sí? Porque aún recuerdo el placer que me daba tu lengua, Estela. Y creo que ningún miembro de esta familia quiere quedarse sin ella.

4 comentarios:

  1. Pues, la verdad, está muy bien. Utiliza el truco de Carme Riera en "Te deix, amor, la mar com a penyora", y aunque tal vez la sorpresa se revela muy pronto, la crudeza está muy lograda, el ritmo es tremendo y el lenguaje está logrado: sencillo y funcional. Un gran acierto, a mi entender.

    ResponderEliminar