Vistas de página en total

martes, 8 de noviembre de 2016

Entrada 9 - Dictadura.

Desde mi infancia me han dicho que soy un chico muy impulsivo y que debía calmarme. "¡Rojo! ¡Relájate un poco!" Solían decirme. Con el paso del tiempo pude domar estos impulsos que nacen dentro de mí y actuar como los demás. Un buen día conocí a Gris. Gris, al contrario que yo, es una persona calculadora y plantea cada situación antes de ejecutarla. Muchas veces envidio su comportamiento, porque me he metido en bastantes problemas por culpa de mi efusividad. Pero ahora odio su forma de actuar. 

Nos destinaron a trabajar en la misma unidad, nos dijeron que éramos la pareja perfecta. "Un impulsivo y un calculador, es perfecto. Es una mezcla armónica, casi angelical. Os completáis mutuamente. Sois perfectos". Ojalá lo fuéramos. 

Como siempre lo he visto más sensato, he dejado que él opere la mayor parte del tiempo. Y créeme que no ha ido mal. Lo que realmente me molesta es que no me deja decir absolutamente nada. ¿Qué hay de mis deseos? "No, Rojo, no es el momento", suele decirme. Y yo me pregunto: ¿cuándo lo es? ¿Cuándo podré actuar como realmente quiero? Ahora es imposible. Imposible al 100%. Gris lleva las riendas, Gris es quién dirige el cotarro ahora. Intenté comunicarme con mis hermanos, también Rojos, también impulsivos. 

Pero ellos también están siendo dominados por los Grises y no pueden hacer nada. ¿Qué deberíamos hacer? Yo, desde este pequeño lugar, desde este individuo digo: "¡Revolución!", pero ahí fuera solo se escucha "Estoy de acuerdo". Yo, desde aquí mascullo: "Ayuda", pero ahí fuera solo se escucha "Estoy bien, tranquilo". Yo desde aquí lanzo: "Te amo" y ahí fuera solo se escucha silencio.

Historia breve: La familia.

- Sé que no estás de acuerdo conmigo en muchos aspectos, hermano, pero estamos juntos en esto. Quieras o no. No sabes cuánto te agradezco el que sigas a mi lado después de todo, fuiste tú quién me salvaste y fuiste tú el que convenció a La Familia de acogerme. Por eso te digo que debemos permanecer fuertes y unidos, porque solo de ese modo sobreviviremos. 

- Quiero entenderte, y me caes bien. Pero es que no puedo seguir a tu lado. No puedo permitir que dividas a La Familia de esta manera, porque al fin y al cabo, todos sufriremos.

- Sabes que mi intención no es dividirla, no es truncar estos vínculos, ¿por qué te sigues torturando con lo mismo?

- Es que parece que lo quieras. ¿Por qué te comportas así? ¿Por qué haces cosas que me duelen? ¿Por qué? No lo entiendo.

- Yo... Es la única manera que tengo de hacer feliz a la gente. 

- Pues esa "felicidad" me está matando.

- Entonces, ¿quieres que deje La Familia? ¿Qué quieres? ¿Que cuando el tiempo nos asalte no esté para brindarles risas? ¿Que cuando haga frío no esté para arroparles? Dime.

- No... Tampoco es eso...

- ¿Entonces? No es por La Familia, ¿verdad? 

- Sí, bueno... No por toda ella.

- Entiendo. Entiendo que tu corazón llore mientras muestras una sonrisa. Entiendo que sonrías y dejes de hacerlo cuando no miramos. Pero lo que no entiendo es por qué no me dices el motivo. ¿Por qué si tanto daño te hago no vienes y encontramos una solución? Al fin y al cabo, ¿no somos de la misma Familia?

- ... Quizá tengas razón. Quizá la tengas...

- Quizá la tenga. Pero si no lo haces lo que tengo es dolor.