- Sé que no estás de acuerdo conmigo en muchos aspectos, hermano, pero estamos juntos en esto. Quieras o no. No sabes cuánto te agradezco el que sigas a mi lado después de todo, fuiste tú quién me salvaste y fuiste tú el que convenció a La Familia de acogerme. Por eso te digo que debemos permanecer fuertes y unidos, porque solo de ese modo sobreviviremos.
- Quiero entenderte, y me caes bien. Pero es que no puedo seguir a tu lado. No puedo permitir que dividas a La Familia de esta manera, porque al fin y al cabo, todos sufriremos.
- Sabes que mi intención no es dividirla, no es truncar estos vínculos, ¿por qué te sigues torturando con lo mismo?
- Es que parece que lo quieras. ¿Por qué te comportas así? ¿Por qué haces cosas que me duelen? ¿Por qué? No lo entiendo.
- Yo... Es la única manera que tengo de hacer feliz a la gente.
- Pues esa "felicidad" me está matando.
- Entonces, ¿quieres que deje La Familia? ¿Qué quieres? ¿Que cuando el tiempo nos asalte no esté para brindarles risas? ¿Que cuando haga frío no esté para arroparles? Dime.
- No... Tampoco es eso...
- ¿Entonces? No es por La Familia, ¿verdad?
- Sí, bueno... No por toda ella.
- Entiendo. Entiendo que tu corazón llore mientras muestras una sonrisa. Entiendo que sonrías y dejes de hacerlo cuando no miramos. Pero lo que no entiendo es por qué no me dices el motivo. ¿Por qué si tanto daño te hago no vienes y encontramos una solución? Al fin y al cabo, ¿no somos de la misma Familia?
- ... Quizá tengas razón. Quizá la tengas...
- Quizá la tenga. Pero si no lo haces lo que tengo es dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario