“Somos inmunes”, pensaba.
“Todo el mundo ha sido contaminado menos nosotros”. Estaba equivocada. Para los
que me lean y no me conozcan, mi nombre es Dahlia y tengo quince años –de los
cuales, más de la mitad, llevo huyendo de unas criaturas asquerosas-. Cuando eres pequeño, los adultos de tu
alrededor crean cortinas de humo sobre el tema, quizá, para hacer que tu niñez
sea plena de júbilo; pero a medida que vas creciendo, te das cuenta de que
estás viviendo en pleno apocalipsis. Por si acaso, querido lector mío, te
relataré una pequeña guía para discernir a los inmunes de los infectados –y las
clases que hay de estos-, ya que estas horribles criaturas se asemejan a
nosotros, tanto en aspecto como en habla, pues habrán sabido adaptarse durante
los años. Dicho esto, comencemos:
-
Infectado
común: el infectado del que hablamos es el caso de más baja
prioridad que vamos a tratar. El infectado común es también conocido como: infecta reparabilis. Como su nombre
científico indica, el infectado se puede reparar, pero atención: acercarse a un infecta
reparabilis puede desembocar un final trágico para la persona en cuestión.
Por sí solo, el infectado común no es muy agresivo, es más, es inofensivo; pero
a la hora de tratarlo, quizá contagie a terceros. La unión de dos infectados
comunes da a un infectado mayor y más peligroso.
-
Infectado
palurdo: como su propio nombre indica, este infectado, no brilla
por su inteligencia. Es el resultado del acercamiento de dos infectados
comunes. Estos, evolucionarán hasta convertirse en ansa fortem, nombre científico por el que se los conoce. Los
infectados palurdos suelen ir juntos a todas partes –aunque también se pueden
encontrar separados de su complementario-. Es importante alejarse de estos
infectados, pues, a parte de hospedar la enfermedad, pueden degenerar a otros
tipos de infectados –que comentaremos a continuación-, incluso más peligrosos
que del que estamos hablando. Recordad, si sois una persona sana, ni se os
ocurra acercaros a estos tipos de infectados. La propagación del virus se
acelera inmediatamente después de hacerlo.
-
Infectado
agresivo: Este tipo de infectado es el más dañino para la sociedad
que encontraremos jamás. El infectado agresivo (cor fractus) es tan agresivo, que los propios infectados huyen de
él. Algunas de las características de este infectado es que, está separado de
su infectado palurdo, su estado de humor puede pasar de agresivo a deprimido, y
lo más importante, su capacidad de contagio es superior o igual a la del
infectado palurdo.
-
Infectado
cambiante: este infectado es difícil de confundir con el infectado
palurdo. El recentibus genus, suele
ir acompañado, o bien de un recentibus
genus o de un ansa fortem. El
infectado cambiante tiene la capacidad de dañar a los otros infectados, en
especial al infectado agresivo (su contraparte), aun así no podemos tomarlo
como aliado. El infectado cambiante, como el infectado palurdo, tiene la
capacidad de infectar a gran parte de la población en poco tiempo. Huir de este
infectado es una parte clave para la supervivencia en el planeta Tierra.
- Infectado
solitario: el infectado solitario, conocido como vidui amans, se caracteriza –como su
propio nombre indica- por vagar solo por el mundo. El infectado solitario,
parece el más inofensivo de todos, incluso puede parecer una persona no
infectada tras unos días de convivencia con él. El infectado solitario es el
peor infectado de todos. Es el máximo exponente de los infectados antes
mencionados, de los cuales también es una evolución. Por suerte, es fácil huir
de ellos, pues suelen ser los más viejos de los infectados –habiendo también excepciones-,
y salir corriendo de su lado es lo más plausible.
“¿Y si, tienes una guía tan
perfecta, cómo es que ya no eres inmune?”, pensaréis; y es que no soy yo la
infectada, sino mi compañero, Angus, del cual he tenido que huir. Angus y yo
teníamos la misma visión del mundo, teníamos claro quiénes eran los infectados
y el dolor que estos hacen a las personas normales. Decidimos huir de nuestro
barrio –pues era una colonia de infectados-, y tras vagar durante años nos
establecimos en una casa de campo, cerca de la central donde estaréis leyendo
esto. “¿Cómo se infectó?” pensaréis, y la verdad, es que yo tampoco lo sé. Lo
único que sé es que un día, volví a casa tras haber ido a buscar víveres, y fue
allí cuando me encontré una mesa llena de velas, un suelo lleno de pétalos de
rosa y un compañero infectado, del que sus labios salían las palabras “te
quiero”.
Lo siento, Angus, lo siento
mundo. Espero que esta guía le sirva a alguien, espero que mi historia no se
vuelva a repetir. Espero que algún día me encontréis como encontréis esto
que estoy escribiendo. Porque, yo, chicos, no puedo dárosla.
Gracias.
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